lunes, 6 de febrero de 2012

Dersu Uzala


La primera  vez la vimos, ¿lo recuerdas?, en un cine abarrotado de Gente como nosotros: jóvenes de provincia alentados por el mismo deseo de ser otros, de ser como esa Gente bohemia e intelectual que salía en ese libro que tanto nos gustaba y se parecía tanto a esa otra Gente  mayor de gesto compungido, y siempre vestida de oscuro, que frecuentaba los mismos bares que nosotros. Gente.

No nos enteramos de nada, y la culpa no fue únicamente de la extravagante traducción simultánea que hacía esa amiga nuestra desde un palco de platea. Éramos Gente pequeña y desorientada.

Después, tantos años el cartel en el pasillo de nuestra primera casa. Su mirada inquietante presidiendo nuestra especial manera de explicarnos el mundo, la riada de Gente extravagante y bulliciosa que nos frecuentaba, las primeras diferencias, los primeros reencuentros. No recuerdo cómo desapareció de nuestra vida. Quizás fue una pérdida demasiado importante para lamentarla. Éramos Gente que corre hacia la vida.

Y ahora que somos Gente que cuida de Gente, que somos igual que esa Gente que siempre quisimos ser y a la vez tan diferentes, él asoma su cara de Gente buena entre los árboles de la taiga y sentimos, al calor de esa hoguera que fluye entre nosotros, la misma emoción que el Capitán Arsèniev cuando lo vio por vez primera. Lo dejamos entrar, una vez más, en nuestras vidas y le pedimos que se quede para siempre, porque ahora entendemos su lenguaje clarísimo.

2 comentarios:

  1. Hermosa entrada, y a mí no me deja pozo de tristeza; en todo caso, de cierta nostalgia...

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  2. Antonio, no tenía intención de volver atrás, pero son cosas que pasan.
    Interesante esto de la conversación cruzada, por cierto.

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