viernes, 27 de enero de 2012

Nubes que pasan


Este paisaje amable no es lo que parece. Sobre los verdes imponentes del  campo en primavera, sobre el caserío blanco en el que reconozco el perfil claro de tu casa, están esas nubes grises que recrean otro tiempo distinto en la montaña, que amenazan con nublar también nuestras conciencias, que son presagios de otros días que vendrán. Y son esas nubes encajadas en el perfil tosco de los montes las que me llevan allí cuando estoy lejos.


Yo  también te seguiría, como tu fiel Sora, a través de valles y montañas. Contemplaría contigo la luna, que es más hermosa sobre el monte Obabute. Recorrería senderos, que hoy no existen, hasta  aquel templo que guarda la espesura. Y me sentaría a beber el sake de la hospitalidad en la cabaña aislada que construiste,  junto al río Sumida, para huir del mundo. Como tú, cerraría la puerta a todo, menos a la lluvia insidiosa que se cuela por el tejado,  y me dejaría arrastrar por el viento, como hacen las nubes.


Nubes, neblina.
Innumerables cambios
a cada instante.

(Matsuo Bashō, versión de Jesús Aguado)

miércoles, 4 de enero de 2012

Contemplación de la Impureza


Lo sorprendente de todo esto es lo que tardamos en definir nuestros afectos. Ese intervalo inquietante en el que la alegría desbordante por la nueva experiencia se transforma en desvelo y desemboca en el rechazo explícito al sabor amargo que nos queda tras impregnarnos del olor penetrante con el que la naturaleza llama a la vida y que para nosotros es igual al de la muerte.

  
No es suficiente todo este sake, ni consuelo alguno hundir la cabeza en la tela perfumada que un día cubrió su delicada belleza. Contempla bajo la luna clara del otoño el cuerpo descompuesto de la que un día fuera joven y hermosa como ella e intenta convencerse de que el amor, de que la pasión que lo atormenta, no es más que eso: impermanencia, podredumbre, un cuenco de gachas convertido en nido de gusanos blancos en mitad de la noche. Y ese canto impertinente de los grillos.


Licor de murta
que mueves los afectos.
Canta el jilguero.