martes, 25 de octubre de 2011

Otoño

Después de todo, aún hay días en los que siento que le sigo “importando al mundo”, aunque sea a ese pequeño mundo que yo misma he construido, como esos pájaros que adornan sus nidos amontonando trocitos de espejo, cadenas rotas, latillas de refrescos pulimentadas por la lluvia... Así, todo junto, crea la ilusión de joya bruñida  que brilla con el sol de la tarde o la luna pálida del otoño.



Y ese pájaro que anida en el interior de un maniquí roto que en otro tiempo soportó la pesada carga de ser cuerpo. Bajo la nieve, su canto aún recuerda lo que está vivo, y hace daño. O ese otro que rompe las noches del verano con su canto insolente y es canción del recuerdo en cada nuevo otoño.



Sin nadie ver

su esplendor, han caído,

allá en el monte,

hojas de otoño. ¡Cuánto

color tendrá esta noche!

Ki no Tsurayuki traducido por Carlos Rubio





domingo, 9 de octubre de 2011

Marcas

Las que nos deja el tiempo con su afán de perpetuarse en pequeñas filigranas que un día nos hicieron sufrir. Ahora, al mirarlas, nos producen escalofríos de dolor y de añoranza.



Por esta vio la luz, y la llevo a gala. Aunque me cambió para siempre, jamás dolió.


Y esta otra, que es el miedo, quiero conservarla conmigo. Porque es parte de mí esta imperfección que me define y es parte de mi vida porque nunca supe qué hace ahí, porque es la pregunta siempre abierta que me mueve.


En el costado, lunar delicioso. Por admirarlo en carne siempre joven, Honda ha vivido más de una vida encadenado al recuerdo de un cuerpo desnudo bajo el agua vibrante de la cascada.




Brilla la herida.

El viento entre las cañas,

como un rugido.