viernes, 29 de julio de 2011

Paseo

Discurre junto al río este camino que recorro a solas. Los cinco sentidos puestos en el olor acogedor de la higuera, en el elemental sonido del viento que mueve las ramas de los fresnos, en la canción melancólica del agua…Hace tiempo, mientras hacía también a solas este mismo camino, creí ver un hobbit sonriente tras la espesura de las zarzas, pero ahora me asalta por sorpresa la imagen de un ronin que se ríe y bebe sake sentado en un recodo de esta senda.

El río y su frescura: aquí, tan cerca, con los ojos bien abiertos, pegada a la tierra, disfrutando del verde, reencontrada en la frialdad del agua. Gracias a los medianos que me ayudaron a soportar la carga, ahora puedo sentarme con el ronin,  y reír  y beber sake en el recodo de esta senda.

En el silencio ensordecedor de la noche, el emperador niño espera impaciente que el joven ciego haga sonar los inquietantes acordes de su biwa: ese sonido hiriente que lo devuelve a la vida y le da una nueva oportunidad para lanzarse, abrazado a su abuela, a las frías agua de Dan-no-ura. 

lunes, 25 de julio de 2011

Aritmética


El orden de los factores sí altera el producto. Mientras termino el Japón heroico y galante de Gómez Carrillo me pregunto si mi mundo personal, tal como es ahora, existiría si éste hubiera sido mi primer libro sobre Japón. Estoy segura de que no.


Una de las primeras entradas: Lafcadio Hearn enamorado de una japonesa. Pierre Loti enamorado de su ingenio. Ambos nos hablan de Japón. ¿Qué imagen verdadera nos queda? ¿La del amor que todo lo entiende, la de la distancia que todo lo acerca?


Añado: Gómez Carrillo enamorado del papel couché. Lo imagino en los grandes salones de occidente relatando la crónica de su viaje a Oriente como el que exhibe un raro insecto conservado en ámbar. Y también.