viernes, 30 de julio de 2010

El otro lado de la luna pálida

Me pregunta JM mientras vemos Los pornógrafos, de Imamura Shohei, si no me sorprende el lado sórdido de esta historia tan alejada, en apariencia, del cliché clásico de lo japonés como paradigma de la delicadeza extrema. Le digo que no, y le recuerdo esas máquinas expendedoras de braguitas usadas que dicen los viajados que hay en algunos centros comerciales de Tokio.




Honda con 50 años, escondido tras los árboles, espía a las parejas que hacen el amor en un parque de Tokio. En su villa en el campo, una pila de libros en la estantería de su despacho oculta un agujero por el que observa lo que sus invitados hacen en la habitación de al lado.



Kiyoaki, Isao, Ying Chan…eslabones de una cadena ceñida a su cintura. Los crisantemos alcanzan su plena belleza cuando empiezan a marchitarse.